¿Te cuesta tomar decisiones? abandona la parálisis por análisis
Última actualización: 17 marzo, 2023 por Julio Rosales
¿Eres de esas personas que se bloquean a la hora de tomar decisiones? ¿Te pasas el día preguntando a los demás qué deberías hacer? Si es así, tu aversión a la decisión te está perjudicando mucho más de lo que crees.
La vida es como un tablero de parchís. Solo avanzamos tirando el dado y decidiendo con qué ficha es mejor avanzar. No tomar decisiones paraliza nuestra vida, deja nuestras fichas estancadas mientras los demás siguen avanzando. Avanzar tiene sus riesgos, pueden comerte una ficha y tener que empezar de nuevo, pero nunca un jugador de parchís ha llegado a la casilla central sin asumir riesgos.
Qué tiene de malo no tomar decisiones
No tomar decisiones hace que no pasemos al “siguiente capítulo” de nuestra vida. Conozco gente que se ha pasado años en un trabajo que detestaba por miedo a equivocarse a la hora de decidir su próximo paso profesional. Lo mismo le sucede a algunas personas encerradas durante años en relaciones que les hacen infelices por miedo a que cualquier alternativa sea peor.
Nuestra vida es una continua toma de decisiones. ¿Qué película voy a ver hoy? ¿Qué haremos el fin de semana? ¿Qué voy a cenar esta noche? Estas te pueden parecer decisiones menores, pero cada decisión (grande o pequeña) puede cambiar por completo el resto de tu vida. Quizá la película que veas hoy te inspira a cambiar de trabajo. Quizá un fin de semana en una casa rural asea definitivo para decidir vivir en el campo. Quizá lo que cenes hoy te provoca una gastroenteritis aguda y decidas cambiar tus hábitos de alimentación.
Quiero decir, que cada decisión nos conduce a un nuevo escenario donde nuevamente se abren infinitas opciones. Si ese escenario es positivo, fantástico, pero si es negativo… ¡maravilloso! porque te aportará un gran aprendizaje.
Lo siento, es imposible probar todas las opciones y después montarte en la máquina del tiempo para volver atrás en caso de que no te satisfaga el resultado. Mientras esto siga siendo imposible, te va a tocar decidir, a no ser que quieras ver como todo tu entorno avanza en su vida y tu estás temblando de miedo por consecuencias que quizá nunca vivas.
Las consecuencias de eternizarnos a la hora de tomar decisiones (o de no tomarlas nunca) son indefectiblemente frustración, estancamiento, pérdida del sentido de la vida, depresión, angustia…
¿Por qué me cuesta tanto tomar decisiones?
Inmadurez
Una persona inmadura elude la toma de decisiones y la deposita en otros, así se asegura de “no ser responsable” del resultado. Si dejas que otros decidan por ti, tendrás alguien a quien reprochar las consecuencias negativas. Vamos, lo que se entiende por «tener mucha jeta».
Pánico a cometer errores
Quiero recordarte que valiente no es aquel que no siente miedo, sino aquel que sigue adelante a pesar de sentirlo. Para tomar decisiones hemos de permitirnos cometer errores. Mucha gente tiene una verdadera aversión al error. ¡Eres humano y cometes errores! El problema no es cometer errores, el problema es no saber solucionarlos.
Sé que aparentemente mucha gente tiene un éxito arrollador. Somos una sociedad que sigue ocultando los fracasos como si fueran algo vergonzoso. Desconfía de éxito de quien se molesta mucho en mostrarlo.
Miedo a la incertidumbre
Si algo odia el ser humano, es la incertidumbre. He escuchado muchas veces un “antes de hacerlo quiero tener garantías de…” Y yo, que no soy precisamente diplomático, me parto de la risa en la cara de quien me lo dice antes de responder: garantías en esta vida, hay bien pocas. Solo te garantizo que un día te vas a morir. Ahora que lo sabes ¿qué harás?
La opinión de los demás
Quizá lo que te pase sea que sí sabes qué decidir, pero tienes mucho miedo a lo que tu entorno va a pensar… En este caso tendrás que decidir entre tu felicidad y la opinión de los demás. Sólo quiero recordarte que no decidir es, en sí mismo una decisión: la decisión de seguir en la frustración y la inmovilidad.
Algunas reflexiones para ayudarte a tomar decisiones
1. Avanzar, avanzar, avanzar
En la mayoría de las ocasiones es mas importante avanzar que acertar. Desde la siguiente casilla se ve todo con más perspectiva. No te obsesiones con la perfección. Es mejor una realidad imperfecta que suponga una evolución, que el estancamiento.
2. Escucha a tus emociones
En las decisiones pesa más lo emocional que lo racional. ¿Has hecho alguna vez listas de pros y contras y a pesar de que una opción parece más racional, sigues dudando? Eso es posiblemente porque en realidad no quieres tomar esa opción. Reflexiona sobre qué motivos emocionales hay que te provocan rechazo a esa opción y respétalos. Solemos calificar de “tonterías” las cosas que más nos importan.
3. No te juzgues
Pregúntate qué harías si nadie se enterara. Como he dicho, la opinión de los demás pesa mucho. Trata de eliminar este valor de la ecuación, a ver qué sientes. No permitas que te juzguen, pero sobre todo no te juzgues.
4. ¿Quieres hacerlo?
Diferenciar entre “tengo que” y “quiero”. Escribe las opciones sobre las que has de tomar una decisión y reflexiona sobre en cuales de ellas te resulta más fácil añadir delante un «quiero» y en cuales encaja más un «tengo que» (ejemplo: tengo que perder pero / quiero perder peso). Normalmente aquellas donde sientas el «quiero» son las más acertadas (para ti).
5. Anticipa los resultados
Haz gala de pragmatismo. A veces todas las opciones posibles tienen algo malo. Nuevamente, decídete por la (aparentemente) menos mala, pero ¡mueve ficha! Lo importante es analizar con antelación qué haremos si lo pero que pueda suceder, sucede.
6. Que el miedo no decida
Cuidado con los miedos. Si lo que te hace evitar una opción es el miedo, ponle nombre y apellidos a ese miedo y trata de trabajarlo. Los miedos nos quitan libertad. Decide en función de lo que deseas, no en función de lo que temas.
7. Menos dramas, por favor
Asume las consecuencias y evita el victimismo. Si te da miedo exponerte a algo que temes no ejecutar con eficacia, no puedes quejarte de que no has tenido la oportunidad. La inacción elimina el derecho a la lamentación. No es necesario sentirse adulto para empezar a actuar como uno.
Por resumir, la felicidad no está en un lugar, sino en lo que decides hacer en ese lugar. Trabaja en tu gestión emocional y tu capacidad ejecutora. Esto es la clave de las personas que evolucionan.
Si has leído hasta aquí tengo una pregunta ¿Te ha merecido la pena decidir leerlo?
Puedo ayudarte con tu dificultad para tomar decisiones…
>> Pide cita gratis online o en Barcelona
¿Quieres escucharme hablar de este tema? Aquí tienes un audio extraído de mi colaboración en Onda Cero.
Ilustración © Decision by Gregor Cresnar from NounProject.com
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!